jueves, 29 de mayo de 2008

Cositas buenas

De vuelta de Madrid. Ya hace un par de días, pero he estado recolocando cosas en mi cabeza y con pocas ganas de mostrarlas. Ayer, en un bar cercano a mi casa de Barcelona, un amigo me decía que a veces soy muy absolutista con temas como la belleza, la integridad, los valores, al lealtad, la excelencia, y que así corría el riesgo de estar a merced de lo que pasa a mi alrededor, de lo que hacen los demás y del filtro exigente con que yo lo valoro todo. Me recomendaba relativizar la vida, y aprender a valorar la belleza intrínseca en las pequeñas cosas, sencillas y cotidianas.

Son consejos sabios, pero el primero de ellos me veo incapaz de seguirlo. No sé si soy capaz de relativizar la vida y no sé si quiero aprender. Me emociona la belleza (en cualquiera de sus infinitas representaciones) y me hunde en la tristeza más absoluta la miseria (“de pensamiento, obra u omisión” como dicen los cristianos). Sé que esa sensibilidad me hace frágil, pero también sé que nunca he sido capaz de pasar de puntillas por la vida, de no involucrarme hasta el cuello en todo lo que hago, de buscar magia hasta debajo de las piedras, y que mejor o peor, he aprendido con los años a aceptar el precio que se paga por tanta pasión (ingenuidad?).

De pequeñas cositas sencillas y bellas, me traigo un montón de Madrid. Allí viven y trabajan buenos amigos y he compartido con ellos unos días entrañables.

Charlé con Arwen y Eowyn en la cafetería de Lothlorien. Me pusieron al día de sus proyectos y de sus preocupaciones. Me preguntaron por algunas de las historias y personas sobre las que han leído en este blog. Me dijeron que les hace compañía, y que cuando no hay nada que ver en la televisión o nada que leer, se pasan por aquí, a ver “que cuenta hoy Odilas”. Les agradezco mucho sus comentarios y la conversación que tuvimos. Pura complicidad, respecto y admiración mútua.

Los Elfos, me recibieron eufóricos porque me habían visto en la tele, denunciando a los de Pullmantur. Yo ya me había olvidado (de la tele, de los de Pullmantur no me olvido). Sentían orgullo ajeno por el ánimo guerrillero. Ellos lo practican a diario en su cruzada particular.
Uno de ellos me explicó un proyecto interesantísimo, de esos en los que te pones a trabajar mentalmente aunque nadie te lo pida. No pierde su buen humor (el mejor antídoto ante la adversidad, dice él).

De trapitos el sábado, casi me peleo con Bibiana, la ministra de igualdad. No la reconocí cuando me recomendó que no me quedara con el vestido lila, que estaba horrible. El que me favorecía también le gustaba a ella, pero yo lo vi primero, es la ley. Y ante un modelito a buen precio, todas somos “iguales”. Le deseo mucha suerte y mucha fuerza, parecía cansada.

Gabino Diego me miraba en un restaurante mejicano, como si la famosa fuera yo (y eso que aún no llevaba el vestidito!).

Gandalf me invitó a un café Express. Volvía cansado de Berlín. Yo escuchaba atenta sus aventuras de seductor apasionado por la vida y las mujeres. A mi, me trata con el cariño de un padre amigo, y como tal me pidió por favor que no perdiera más peso y que me cuidara, y que disfrutara, y que me buscara un novio.

Boromir, mi profesor de Inglés cuando trabajé en Madrid, me conmovió con su historia personal hecha de amor, dolor y superación. Fue el primero que me dijo que el 2008 iba a ser un año convulso (global y personalmente). Su vida está a punto de cambiar radicalmente, lo intuye, no sabe cómo, pero lo sabe y no tiene miedo.

En un bunch pasado por agua compartí horas deliciosas con Bilbo y su amada. Hicimos pedazos la profesión de la consultoría..su historia, su evolución, su futuro incierto. Bilbo me recordaba aquello de la fuerza de la fragilidad. Es entusiasta, idealista, comprometido. Se niega a que lo procesen. Se niega a chapucear. Se niega a converger con el status quo. Se siente sólo. Pero en el fondo, se siente bien. Sabe que le pueden traicionar todos, pero que él no se fallará a si mismo.
Aragorn no se presentó a la cita. Le esperábamos, pero una resaca eurovisiva le impidió venir. Por suerte, le había pescado durante la semana en otro café expres.

Mi anfitriona, hizo que toda la estancia fuera cómoda e intensa, repleta de cositas buenas, esas sencillas y cotidianas que hacen que la vida valga.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cositas buenas de urbanita ;-) .
A veces echo de menos ese algo de pueblo grande (enorme) que tienen Madrid y Barcelona, llenas de urbanitas mirones.

Anónimo dijo...

Cositas buenas al fin y al cabo, están por todas partes, en las grandes ciudades y en los deliciosos valles isleños ;-)

Anónimo dijo...

Esas cositas que le pasan a "odilas", divierten y entretienen a los que somos algo más conformistas con la vida.
En mi familia, hay opiniones para todos los gustos.
Algunos la califican de genio, otros, simplemente, prefieren pensar que está chalada.
Sólo unos pocos la entendemos(a veces...) y la conocemos.
La admiramos por muchas cosas y la aborrecemos por otras (pocas), pero personalmente, no la querría de otra forma.
Es esa parte de mi que me falta, es la inspiración que nunca sobra.
"The show must go on" sister.

Anónimo dijo...

Hola Sister, a veces ni yo misma no me entiendo. Y otras, las peores, me entiendo demasiado.
Al final lo que cuenta es el respeto, por uno mismo y por aquellos a los que amamos. Y a veces, esas dos cosas entran en conflicto. Sabes de lo que hablo.
Gracias por tu respeto. Sé que a veces no es fácil. Para mi es fundamental.
Me gusta verte por aquí. Un abrazo guapa.
Hasta dentro de un ratito.