jueves, 10 de julio de 2008

Un artista camuflado

Voy en el metro, ensimismada en mis pensamientos. Detrás de mi alguien toca la guitarra y canta, pero no le escucho, apenas presto atención a una más de las muchas personas que intentan ganarse unos duros recurriendo a la caridad a cambio de ofrecer algún producto o mostrando alguna habilidad. De tanto verlos y oírlos se vuelven transparentes, forman parte del mobiliario urbano, una pieza más mimetizada, de la gran ciudad.

De repente, sus gritos me sobresaltan:

- Eeeeh, un aplauso no?, soy un artista, necesito aplausos!!

Lo dijo con tanta gracia que todo el vagón estalló en una gran ovación. Aquello rompe el ambiente amodorrado de pasajeros autistas y el tío consigue dar un concierto de verdad. Era un artista.

Esta vez le escucho (ya era imposible no hacerlo), la gente sigue el ritmo con la cabeza, sonríen, en el estribillo tararean (yo no me conocía la canción) y suenan algunas palmas.

No es mi estilo, pero suena bien, sonrío, me relajo y disfruto de un momento casi surrealista.

Toca varias canciones mientras yo me acerco a mi destino. Busco en el bolso dinero para agradecerle el momento. Esto no es caridad, le hubiera pagado por un concierto de diez minutos (creo que todo el vagón hubiera estado dispuesto a hacerlo), pero cuando me giro para buscarle, veo que enfunda su guitarra y se sienta a seguir charlando con sus amigos.

Por un momento me siento estúpida. Él no quiere mi caridad, no pedía dinero. Él sólo quería hacer aquello que le gustaba y hacer disfrutar a otros con ello. Desconozco cómo se gana la vida, pero entonces pienso que haga lo que haga, si lo hace con la misma actitud, nunca le faltará de nada. Pienso que este hombre entiende aquello de profesionalizar la pasión.

Él baja en la misma parada que yo, me lo tropiezo bajando del vagón. Me giro y le doy las gracias. Él me devuelve una sonrisa impagable.

2 comentarios:

Félix dijo...

Uno de los días que profesionalmente lo he pasado peor, iba a primera hora de la mañana en el metro camino de una reunión en la que me jugaba casi todo, como oveja al matadero. Nunca agradeceré bastante cómo me despertó un músico en un pasillo del metro. Un artista que me levantó el día. Todo salió bien.

Odilas dijo...

Siempre hay " ángeles" alrededor, verdad? ;-)