lunes, 28 de julio de 2008

Proyecto Dean

La tormenta tropical Dolly, que esta semana causaba estragos en la península del Yucatán y en los estados bañados por el Golfo de México, me ha transportado a una experiencia inolvidable que viví hace ahora casi un año.

Pasaba unos días en la Rivera Maya, cuando al subir a una embarcación, el guía nos dijo, como quien comenta el tiempo en un ascensor, que se acercaba un huracán.
Me lo tomé con la misma calma con que él lo anunciaba y me concentré en preparar el equipo y en conocer a los compañeros de inmersión.

Al volver al hotel, tuve la sensación de disponer de una información secreta. Nadie parecía conocer el avance de la tormenta y si lo hacían, aquello no tenía ningún efecto sobre los turistas abandonados a un “todo incluido” delicioso ni sobre el personal del fastuoso complejo, que seguían “tranquilos” sus quehaceres diarios.

Tres días más tarde el
huracán Dean impactó con fuerza 5 sobre nosotros, pero en aquel momento, la calma y la ligereza caribeña dominaba el ambiente.

Me enganché a la CNN y pude hablar con empleados del hotel con los que la complicidad ganada después de una semana allí, permitía cierto grado de confianza para hablar sobre los preparativos del proyecto que en esos momentos empezaba.

Para cuando mi familia y amigos empezaron a llamar angustiados por las imágenes que se retransmitían en España, yo ya estaba enrolada en la vorágine de estudiar cada paso que se daba en el hotel para prepararnos para el impacto. Todos los datos del mundo no hubieran bastado para tranquilizar a aquellos que nos quieren y temen que algo pueda pasarnos.
“Están evacuando a turistas [el gobierno canadiense se llevaba a sus ciudadanos en esos momentos], coge un avión y sal de allí enseguida”, fue el consejo razonable de mi padre. Pero faltaban menos de 48 horas para que llegaran las primeras lluvias y a mi me parecía que en aquellos momentos el aeropuerto de Cancún era un lugar más peligroso que aquel hotel donde un personal perfectamente entrenado se movía con sigilo, determinación y serenidad ante una crisis que viven varias veces al año.

Bastaba observar un poco para intuir la impecable organización que les guiaba y desde el principio me inspiraron seguridad y curiosidad, así que me quedé, fascinada y tranquila, dispuesta a ayudar y a aprender.

Las salas de convenciones del complejo se convirtieron en centros de operaciones donde cada cuatro horas habían reuniones que podías comprender al ver las pizarras que dejaban escritas. En la piscina, en la playa, en los restaurantes..., de repente veías a alguien que levantaba un brazo y en cuestión de segundos era rodeado de una veintena de personas que recibían instrucciones y se disolvían a paso ligero. Poco a poco se fueron cerrando espacios del hotel y la masa de huéspedes era conducida, casi de forma imperceptible a seguir con las actividades habituales del hotel en lugares que tenían una prioridad menor en el calendario del proyecto. Mientras los animadores seguían haciendo clases de merengue en la piscina, los camareros se encaramaban a decenas de escaleras para descolgar luces, cuadros, ventiladores o cualquier elemento que pudiera convertirse en un proyectil con vientos de 200km x hora.
Obsesionados por la seguridad, pero igual de centrados en seguir ofreciendo el mismo nivel de servicio a los clientes, con la mejor de sus sonrisas, hasta en cosas que podrían parecer superfluas en tales circunstancias. Pensé en aquella imagen del Titanic hundiéndose mientras los violinistas seguían tocando música hasta el final.
En recepción había mucha presión. Nuestro hotel era un bunker y acogía a turistas trasladados de otros complejos cercanos que no eran tan seguros. Así que en dos días se gestionaron un 40% de entradas hasta llenar todo el hotel.

La noche del impacto, la cena se adelantó y se concentró de 19h a 21h. Dar de cenar a 1800 personas en dos horas requirió la presencia de todo el personal en los restaurantes: actores, bailarines, animadores, profesores de submarinismo, personal de seguridad, limpieza…todos estaban allí, les reconocía, a pesar de sus delantales y gorritos. A las 21h, todos teníamos que estar encerrados en nuestras habitaciones protegidas con persianas anticiclónicas, donde al entrar encontraríamos una bolsa con comida y bebida para tres días. Durante la cena yo me preguntaba quien estaría preparando en esos momentos, los paquetes de comida que encontraríamos en la habitación en breve. Todo el personal estaba allí corriendo de un lado a otro, casi sin poder disimular la preocupación por las consecuencias de un retraso en el plan.

Cuando todo pasó, pedí poder hablar con el “jefe de proyecto” de todo aquello. El director del hotel, me explicaba en su despacho horas más tarde, sorprendido por mi actitud de alumna entregada, que las bolsas de comida, se preparaban en las salas de convenciones, mientras nosotros cenábamos, por el personal administrativo (150 personas de las 800 empleadas en total en aquella organización). Claro!, el personal administrativo, al que nunca vimos antes.

El huracán entró a la 1h. De la madrugada, fue rápido, y a su paso dejó un panorama desolador, ninguna víctima entre los turistas, algunas entre la población que no disponía de semejante infraestructura, a pesar de que Mexico, dispone de uno de los dispositivos más eficientes del mundo en gestión de huracanes.

Al frente del
Barceló Maya Beach Colonial, está un líder serio pero accesible. Conversar con él fue un gesto más de la generosidad que aquel hombre me transmitió durante una larga conversación. Me explicó mil detalles de un protocolo que yo obviamente desconocía, y respondió apasionadamente a mis dudas.

Lo primero que hacen ante la inminencia de una situación así, es invitar al personal a irse a cuidar de sus familias, si éstas están en una situación precaria. Sin ningún coste laboral ni económico para el empleado. “No pueden cuidar de ustedes si están preocupados por sus propias familias, y además no es humano”.

Tienen un plan meticulosamente trazado y que se perfecciona cada año, pero una vez activado, analizan “in situ” cada dos horas el avance del huracán y replanifican sobre la marcha. Un eficaz sistema piramidal de comunicación permite que en cuestión de minutos, todo el personal esté informado de los ajustes en la planificación.

Lo de la “música hasta el final” no es sólo una cuestión de excelencia de servicio. Tener a la gente entretenida es una cuestión de seguridad. (no venía a cuento explicarlo aquí, pero vi algún altercado de personas que perdían los nervios, convencidas de que iban a morir)

Viven para sus huéspedes(convertidos formalmente en refugiados mientras dura el estado de excepción –me comentó-), pero no olvidan que a pocos metros, en medio de la selva, la sociedad a la que pertenecen ha sido azotada dramáticamente y mientras reconstruyen el hotel, una dotación de “sus chicos” reparte en los pueblos cercanos, los excesos de previsión que los turistas no hemos necesitado.

Esas y algunas otras claves (mil detalles que guardo escritos en alguna libreta escondida en una caja de cartón) permiten manejar con rigor, disciplina y sentido de la responsabilidad uno de los proyectos más complejos que he presenciado.

Aquel hombre, que tiene a su cargo una plantilla de la magnitud de muchas grandes compañías, se emocionó varias veces al relatarme su historia, como si fuera la primera vez que la vivía, sin perder la humanidad y la sensibilidad que hace de un líder alguien capaz de manejar una situación como aquella.

No hace falta llegar tan lejos en aquello
del turismo experiencial, pero para mi, aquel viaje se convirtió en una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida. Y aquel hombre y aquellos profesionales en los receptores de un respeto y admiración que espero no olvidar.

jueves, 24 de julio de 2008

Un día especial

Ha sido un día especial. Todos lo son, pero hay días que los vives como un regalo. Y yo hoy, después de llevar unos cuantos concentrada en un proyecto, me he regalado el día.

Conversaciones pendientes, citas al sol, comida con sobremesa, rebajas (que ya van por las segundas!), recuperar pasiones y desbloquear dolores por los que sufren a mi alrededor y sobre los que el estrés laboral a veces hace de anestesia.
Hay cierto aislamiento del mundo cuando nos lanzamos obsesivos sobre una tarea concreta. Hoy he tenido la sensación de re-conectar con el mundo.

La conversación con Nicolás, un profesor convertido en maestro, daría para escribir durante horas. Un respetuoso pudor intelectual, que creo haber comprendido de sus palabras, me impide hacerlo de forma explícita, pero seguro que las reflexiones que hemos compartido aparecen por aquí, de una forma u otra, cuando hagan su camino, cuando sin darme cuenta, florezca lo que hoy, como ya hizo hace muchos años, él ha sembrado en mi. En realidad, todos lo hacemos con todos, nadie dispone de conocimiento propietario, lo relacionamos, lo interpretamos, lo enriquecemos, lo matizamos, lo conectamos, pero ninguna idea, es sólo nuestra, ninguna evolución es individual, ninguna conclusión certera lo es sin ser contrastada con el otro.

Por eso, cuando me ha preguntado si trabajo sola, refiriéndose a la imagen que yo había sugerido, en casa sola físicamente frente a un ordenador, le he contestado que no. Que no trabajo sola.
Sería imposible hacerlo!  Wagensberg, al quien siempre recurro cuando me cuesta expresar algo con la belleza sintética con que él lo hace, lo explica perfectamente en "El Gozo Intelectual":

"Cada una de las tres fases de la adquisición de nuevo conocimiento tiene sus escenarios, métodos y circunstancias idóneos. No todo vale. Los mejores estímulos proceden de los objetos y fenómenos reales. Las mejores conversaciones ocurren con otras personas que no ignoran lo mismo y que aceptan la regla elemental de escuchar antes de hablar y de hablar después de escuchar. Y las mejores comprensiones e intuiciones se descuelgan de la más radical de las soledades."

En sus aforismos, ya podíamos intuir lo que luego desarrolla en el ensayo:

"Una mente construye por conversación consigo misma.
Una mente descubre por conversación con el resto del mundo"

Conversar con ese mundo, me permite descubrir, agradecida y humildemente, los pequeños atisbos de conocimiento que luego se convierten en ideas y proyectos con los que aportar valor a clientes y colaboradores. 

Soy incapaz de hacerlo sola y a veces busco compañeros de viaje en cualquier lugar, más allá de la configuración o la ausencia de un equipo formal: un familiar, un amigo, un taxista, un artista camuflado, una camarera, una agente inmobiliaria, un cliente reciclado en amigo, un amor consumido, una pasión incipiente, un libro, una canción. Todo vale. Si?. Todo suma. Sí.

Nada es realmente mío. Pero lo uso (procuro con respeto). Y lo devuelvo (nunca suficiente). Y lo agradezco (siempre). Escribir esto es una forma de hacerlo, por si los gestos explícitos no llegan.

No, no trabajo sola. Y me gusta pensar que mi equipo es todo eso que hay justo detrás de la ventana que tengo delante.

martes, 22 de julio de 2008

Día de entrega

Mañana es día de entrega. Finalizamos una consultoria que nos ha llevado a analizar una Administración para poder hacer posteriormente un plan director de convergencia con la Ley de Acceso Electrónico

Me gustan las ceremonias de entrega, son precedidas por días de caos y prisas, donde ya no caben divagaciones, ni ambigüedades, ni despistes con otras actividades paralelas (un proyecto es un proyecto cuando está sujeto a hitos y calendarios fijos). El equipo se concentra con la mirada puesta en una fecha inaplazable y los momentos de tensión se mezclan con la complicidad del objetivo común.

En este caso, desde Autoritas hemos dirigido el proyecto, coordinado las tareas y proporcionado la metodología, pero las actividades han sido realizadas por un equipo del propio cliente. A mi, personalmente, esta situación me parecía arriesgada, pero finalmente todos hemos sabido aprovechar las ventajas y controlar los inconvenientes.

Una gran ventaja es que ellos conocen perfectamente su organización, más de lo que podríamos haberlo conseguido ningún consultor externo en los plazos que teníamos. Son el departamento de informática y su relación (muy buena curiosamente) con toda la organización les ha permitido bucear por los departamentos y realizar un exhaustivo análisis procedimental, organizativo y por supuesto tecnológico..y algo de terapia colectiva me contaban el otro día.

El proyecto goza de buen liderazgo político y eso nos ha permitido contrastar los trabajos con personas clave de la organización.

Con el curso de las semanas nos hemos convertido en un equipo, en el sentido más amplio de la palabra, pero no fue siempre así. El día del kickoff, uno de ellos me dijo que en realidad los consultores nos dedicamos a poner “en bonito” la información que ellos ya conocen. Me defendí amablemente recurriendo a una reflexión de uno de los mejores consultores que conozco “…No estamos aquí para escribir las respuestas, si no para saber qué preguntas hay que hacer”, para identificar, de todo el conocimiento que la organización tiene, cual es el relevante para los objetivos que nos marcamos en estos momentos.

En aquel momento pensé que era un mal comienzo, pero precisamente esa persona, ha sido clave en el estudio, una de las más implicadas y colaborativas. Se convirtió sin que estuviera previsto en el interlocutor del resto del equipo y es seguramente con quien más he hablado en todo este tiempo. Espero que haya cambiado de parecer respecto a los consultores. En cualquier caso, para mi ha sido un placer conocerle.

Hemos tenido que adaptarlos. Ellos a mi argot, que algunas veces veía que les hacía gracia o a los métodos. Unos y otros a distintos ritmos y horarios de trabajo, pero nada que haya impedido trabajar bien.

Uno de ellos me ha dado muchos consejos sobre el uso del MAC (al verme sufrir en las presentaciones) y yo le enviaba links de la blogosfera a cerca de la Administración Electrónica y Open Government, fuera de las restricciones y los horarios del proyecto.

Y hoy, revisando a distancia el documento final, las risas a un lado y otro del teléfono me hacían pensar en todo esto y en que ha estado bien.

Espero que mañana se cumplan las expectativas y que el análisis les sirva de verdad, más allá de lo “bonita” que ha quedado la ingente cantidad de información presentada.

Gracias Equipo.

sábado, 19 de julio de 2008

Fluir

Ayer , una conversación con un amigo, me hacía recordar dos lecturas que se cruzaban entre las ideas que compartíamos. 

Había disfrutado leyendo los textos a los que hacía referencia hablando con él, pero no tuvieron verdadera fuerza hasta que fueron compartidos, conectados entre sí y mezclados con otras referencias de mi interlocutor, para convertir todos aquellos datos en una conversación que permitía conocernos mejor y entender mejor el mundo.

Uno de los textos lo encontré en la revista Psycohologies (“uno es capaz de leerse cualquier cosa esperando en un aeropuerto”, dijo condescendiente). El artículo era del Profesor Mihaly Csikszentmihalyi (creo que he escrito todas las letras). Hablaba sobre como la concentración ayuda a la felicidad. Me interesó más lo de la concentración que lo de la felicidad y allí encontré la descripción de algo que todos hemos sentido alguna vez: La sensación de Fluir:

Fluir es un estado de intensa concentración que experimentan las personas cuando practican deporte, tocan música, juegan al ajedrez, lavan los platos, meditan o trabajan en una tarea con la que disfrutan. Estás fluyendo cuando te olvidas de ti mismo, de la hora que es y, simplemente, continúas haciendo lo que estás haciendo…”

La idea venía a cuento para conversar sobre lo que nos motiva a trabajar de manera intensa, alternando sin orden el tiempo de ocio y trabajo, y dinamitando las fronteras entre lo personal y lo profesional.

De algo parecido hablaba Fernando Trías de Bes en un artículo reciente donde decía que “es muy difícil, casi imposible, que una persona innove en cualquier campo si no está motivada para ello. Lo que muchas organizaciones públicas y privadas hacen entonces es ofrecer incentivos y recompensas para quienes produzcan buenas ideas. Sin embargo las ideas y las innovaciones suelen se pocas o pobres. ..porque si no comprendemos los mecanismos que desatan que una persona dedique tiempo a pensar  de modo creativo e innovador estaremos constantemente dando palos de ciego”.

Trias de Bes referencia a Teresa Amabile y a su ensayo “Mentes Creativas” (editorial Paidós), para apuntar que la verdadera motivación “la Motivación Intrínseca, es aquella que surge del placer que proporciona trabajar en un campo profesional o área de actividad que nos gusta. Tan sencillo y difícil a la vez”, demostrando que “una persona aporta soluciones más creativas cuando realiza una tarea por puro placer”….Cuando Fluye?

Otra conclusión, presumo que controvertida, del estudio es que “la ausencia de evaluación proporciona libertad, la cual es esencial para crear e inventar. Cuando una persona no se siente evaluada, piensa más libremente”.

El final del artículo es un alivio para aquellos que, a veces incomprendidos por nuestro entorno y por nosotros mismos, “hemos vivido momentos durante nuestra vida donde hemos estado sumidos en una actividad a la que hemos dedicado toda la atención y nos ha tenido completamente absorbidos. El tiempo pasa rápido. Podemos estar varias horas sin comer. Nada parece más importante que aquello que tenemos entre manos. El cansancio no hace mella en nosotros, y quienes nos rodean se maravillan de nuestra capacidad de entrega.”

Fue una conversación fluida y agradable que anuncia una relación para crear, pensar y trabajar –también- “por puro placer”. 

lunes, 14 de julio de 2008

Turismo Experiencial

El turismo debe reinventarse, es clave para la economía de nuestro país y una obvia necesidad teniendo en cuenta lo mucho que han cambiado las cosas, desde los albores de aquella España de sol y pandereta , hasta nuestros días, donde la exuberante y accesible oferta de destinos, hace que la competitividad deba basarse en elementos diferenciadores y en ofrecer valor.

Y de qué va el valor cuando hablamos de turismo?, pues como bien lo define el “Plan de Turismo Español Horizonte 2020”, en promover “la calidad experiencial”.

El estudio, publicado por el Consejo Español de Turismo, define algunos ejes claves de la renovación del sector: Excelencia en el servicio al cliente, Eficiencia empresarial,  Innovación y Sostenibilidad.

Pero esa “España experiencial” como eje troncal de toda la propuesta, dependerá, más allá de infraestructuras, instalaciones, productos, servicios, precios…de la relación interpersonal entre el visitante (cada vez más viajero y menos turista) y los anfitriones.

Y los anfitriones somos todos, desde los ciudadanos hasta el personal más especializado en cada uno de los puntos de la cadena de valor del sistema turístico, desde el transporte hasta la divulgación cultural, pasando por alojamiento, restauración, intermediarios…

Los profesionales del sector turístico están llamados a ser los protagonistas de esta transformación. Sus habilidades, conocimientos y actitudes deben enfocarse a algo que va un poco más lejos el buen servicio al cliente: Deben formar parte (una parte esencial e imprescindible) de la experiencia de este. Deben sentir verdadera “Pasión por el Servicio” 

Julen hablaba hace unos días de “conectar emocionalmente producto/servicio con las personas que trabajan en ello”. Se trata exactamente de eso.

  • La actitud de un conductor de autobuses que nos acerca a un destino, puede transformar una necesidad de movilidad en una experiencia agradable e incluso intensa.
  • Un camarero que te recomienda que cambies la combinación de platos que has escogido, porque hay mejores opciones en términos nutricionales, es un regalo inesperado y mágico.
  • Un guía turístico que te “adopta” y asume el reto, casi como una misión personal, de que te sientas como en casa en un país lejano, que olvida su rol de vendedor de excursiones y animador folclórico, acaba formando parte de la memoria sentimental del viaje….

(cuantas historias como estas tenéis?)

Para ello, es necesario revolucionar las políticas de empleo, la gestión de las personas (hay que desconectarlas de los procesos en los que están atrapadas) , la relación de las mismas con las empresas y el sector en general y las políticas de formación y aprendizaje. 

Los empresarios y gestores han de pasar (como en tantos otros sectores) de gestionar la producción a gestionar el talento. (Leí hace poco -no recuerdo dónde, no puedo referenciarlo- que el problema no es atraer o retener el talento, el problema es que se necesita talento para reconocer el talento)

Sí, el sector turístico como otros sectores de demanda masiva de empleo (como la construcción) acogen a muchos empleados no cualificados, estacionales y con un alto índice de rotación. Pero yo creo que la “vinculación emocional” puede darse en toda la cadena de servicio, independientemente de la cualificación intelectual requerida por el puesto. Y en este sentido a mi el turismo, me parece un sector privilegiado para ciertos goces: personas al servicio de personas. Un buen proyecto al que dedicarle neuronas y pasión.

En cualquier caso, si el sector no es capaz de reinventarse, los clientes lo harán por ellos. De hecho ya lo están haciendo. Ayer, en el suplemento de ElPAís aparecen unos cuantos ejemplos: HospitalityClub, Couchsurfing, GlobalFreeLoaders, HitchWiki, Compartir. La idea “consiste en compartir, en conectar personas, en aprender a ayudar, en la comunicación cara a cara, en dar y recibir, en la confianza. En decir no al capitalismo puro y duro”.

Si Paco Martínez Soria levantara la cabeza…. 

jueves, 10 de julio de 2008

Un artista camuflado

Voy en el metro, ensimismada en mis pensamientos. Detrás de mi alguien toca la guitarra y canta, pero no le escucho, apenas presto atención a una más de las muchas personas que intentan ganarse unos duros recurriendo a la caridad a cambio de ofrecer algún producto o mostrando alguna habilidad. De tanto verlos y oírlos se vuelven transparentes, forman parte del mobiliario urbano, una pieza más mimetizada, de la gran ciudad.

De repente, sus gritos me sobresaltan:

- Eeeeh, un aplauso no?, soy un artista, necesito aplausos!!

Lo dijo con tanta gracia que todo el vagón estalló en una gran ovación. Aquello rompe el ambiente amodorrado de pasajeros autistas y el tío consigue dar un concierto de verdad. Era un artista.

Esta vez le escucho (ya era imposible no hacerlo), la gente sigue el ritmo con la cabeza, sonríen, en el estribillo tararean (yo no me conocía la canción) y suenan algunas palmas.

No es mi estilo, pero suena bien, sonrío, me relajo y disfruto de un momento casi surrealista.

Toca varias canciones mientras yo me acerco a mi destino. Busco en el bolso dinero para agradecerle el momento. Esto no es caridad, le hubiera pagado por un concierto de diez minutos (creo que todo el vagón hubiera estado dispuesto a hacerlo), pero cuando me giro para buscarle, veo que enfunda su guitarra y se sienta a seguir charlando con sus amigos.

Por un momento me siento estúpida. Él no quiere mi caridad, no pedía dinero. Él sólo quería hacer aquello que le gustaba y hacer disfrutar a otros con ello. Desconozco cómo se gana la vida, pero entonces pienso que haga lo que haga, si lo hace con la misma actitud, nunca le faltará de nada. Pienso que este hombre entiende aquello de profesionalizar la pasión.

Él baja en la misma parada que yo, me lo tropiezo bajando del vagón. Me giro y le doy las gracias. Él me devuelve una sonrisa impagable.

martes, 8 de julio de 2008

Europa, grande, libre y pura

"Uno de los mayores peligros de nuestro tiempo es el contagio, al que estamos expuestos más que nunca –en seguida sabemos lo que ocurre en cualquier parte del mundo y podemos copiarlo–, y en unas sociedades en las que, además, nadie tiene el menor reparo en incurrir en el mimetismo. Y a nadie, desde luego, le compensa ser original e imaginativo, porque resulta muy costoso ir contracorriente. Es el nuestro un tiempo pesado y totalitario y abrumador, al que cada vez se hace más difícil oponer resistencia. Y así, las llamadas “tendencias” se convierten a menudo en tiranías

Así empieza un artículo de Javier Marías, publicado en El País hace unos días,  en el que muestra su asco a la reciente Directiva de retorno de inmigrantes aprobada el pasado 19 de junio en el Parlamento Europeo.

Suscribo el mensaje del artículo, y de los muchos que se han escrito en contra de la aplicación de estas medidas. El de Marías es violento y radical, acorde con mi desconcierto y mi rabia.

Si lo de las 65 horas, nos parecía un retroceso de los derechos de los trabajadores y de los avances sociales en nuestro progresista continente, la directiva de inmigración, me parece un atentado contra los derechos humanos más fundamentales y su aprobación en el parlamento una prueba de que los principios ideologicos de los partidos, son a veces víctima de la instrumentalización política o simplemente estrujados detrás de actitudes acomplejadas y cínicas.

Pero más allá de las consideraciones humanitarias del asunto, me preocupa sus implicaciones geopolíticas. Cómo va a afectar estas acciones a las relaciones internacionales entre países involucrados a ambos lados del conflicto y cómo vamos a conseguir la tan necesaria integración cultural, religiosa y económica de todos los habitanates de este planeta (que extraño y estúpido me suena ahora aquello de la Alianza de Civilizaciones ) para resolver juntos retos tan vitales como el cambio climático, la crisis alimenticia o la recuperación de países subdesarrollados?

Separados, aislados, falsamente protegidos en nuestro bunker de confort, somos más débiles que juntos. A estas alturas ya deberíamos haberlo aprendido.

Pero “África se fue de la cumbre del G-8 con las manos vacías”, promesas incumplidas, acuerdos vagos, papel mojado falto de compromiso y responsabilidad. “África tendrá que seguir apanándoselas como pueda”, pero a Europa, que ni se acerquen.

A mi todo esto me parece una bomba que algún día nos estallará en nuestras blancas y limpias manos.

Talento en red

Dos amigos se lanzan a bloguear.  Tienen en común, desde mi perspectiva, que los conocí en la vida no virtual y que un buen día, me los encuentro en uno de estos espacios que compartimos los adictos a la red. La sensación es impactante, casi tanto como cuando –en sentido contrario- desvirtualizas a alguien con quien después de compartir muchas reflexiones, finalmente conoces personalmente.

Ginés Alarcón, promete deleitarnos con su rica expresión, sobre música, cine, televisión, libros, Internet…y cualquier cosa que le apasione. Su blog Torpedone Capri, tiene sabor a jamón, roquefort, piña y caviar, pero deja ya, en las semanas que lleva, un agradable gusto a frescura, honradez y energía vital.

A Maria Elena, hace tiempo que la veo “pensar en post”, como ella dice. Para mi ha sido un privilegio compartir con ella todo su conocimiento, fruto de años de experiencia, sobre el funcionamiento de las organizaciones, la formación y en general el desarrollo personal-profesional. Me alegro de que haya decidido compartirlo con todos los que la quieran seguir (seguro que muchos) en su espacio: El Blog de Maria Elena, sobre Sistemas Formación y Cambio 

Ánimo, suerte y que disfrutéis!.

domingo, 6 de julio de 2008

Buen viaje Director

La escuela, el instituto, la universidad representan para todos, de una forma u otra, ese espacio y tiempo donde además de recibir la formación técnica de la profesión que hemos intuido como nuestra, elaboramos también todo un mapa de valores, tendencias y descubrimientos, que configuran el adulto que algún día seremos.

Cuando me matriculé en el centro de estudios Monlau, en el año 1984, para cursar la Formación Profesional de Informática, las monjas del colegio del que provenía me auguraron un futuro oscuro en el que desde muy joven me vería obligada a sortear un sin fin de tentaciones de las que hasta ese momento, la disciplina y el rigor espiritual (religioso, que no es lo mismo) me habían protegido. Fui buena estudiante de EGB y en aquel entonces los listos iban a BUP y los tontos FP. Nadie entendía por qué estaba dispuesta a desperdiciar mi inteligencia en un modesto centro de barrio, que sólo contaba con 2 años de recorrido, sin ningún prestigio ni garantías didácticas ni morales.

Con la perspectiva de los años, aquella decisión fue una de las más acertadas de mi vida. Las tentaciones que temían mis monjitas, en realidad eran ventanas al mundo que me mostraron qué había ahí fuera, y quien era yo en ese mundo. Los profesores jóvenes (me lo parecen ahora), comprometidos, afectuosos y apasionados, nos ayudaron a crecer y a desarrollarnos como profesionales y como personas.

Durante estos 25 años la escuela ha experimentado un crecimiento espectacular. De ocupar un par de modestos edificios en el barrio de la Sagrera de Barcelona y dedicarse exclusivamente la formación profesional de las especialidades más comunes, han pasado a disponer de varios edificios por toda Cataluña, formar a más de 5.000 alumnos en sus aulas y ampliar su oferta formativa en especialidades de las que son referente nacional como los ciclos formativos de grado medio y superior de Automoción, Carrocerías, Mantenimiento industrial.
Ahora se imparten también los cursos de E.S.O y bachillerato, se organizan y fomentan planes de intercambio con escuelas de otros países, y son uno de los más reconocidos centros en la formación de Aprendices.
En 1998 nació Monlau Competición para formar mecánicos especializados en circuitos de velocidd y también en off road en la vertientes de automovilismo y motociclismo. Ganan premios y se han convertido en toda una institución en el mundo de la competición.

Detrás de todo gran proyecto hay un líder, y el alma de Monlau es Pío Ventura, su fundador y director. Los alumnos le temíamos. Oir cosas como “que viene el Ventura” o “Sr X, el director le espera en su despacho”, hacía que nos atenazara el pánico. Dirigía a alumnos y profesores con mano dura y se encargaba personalmente de que las normas se cumplieran. Estaba por todas partes, su omnipresencia era algo sobrenatural. Aparecía por sorpresa detrás de ti, o al girar una esquina, justo en el momento clave para engancharte en alguna fechoría.

Los que pasamos por su despacho varias veces, sabíamos que detrás de aquella impetuosa, casi violenta forma de educar, había un hombre de corazón sensible con quien en la intimidad de aquel despacho, te sentías paradójicamente a salvo. Él se encargaba de que sus gritos se oyeran desde fuera, cosa que de alguna forma nos beneficiaba a los dos, a él como arma disuasoria, y a la víctima de turno, porque nos daba la oportunidad de salir de aquel despacho como héroes de guerra, observados en silencio por el grupo que te compadecía y te admiraba por parecer indemne después de semejante trance.

Durante este año, el centro está celebrando sus 25 aniversario y han organizado varios eventos, visitas de personalidades, como Jordi Pujol y encuentros de exalumnos. Allí siguen los mismos profesores de siempre. El tiempo ha pasado para todos, pero yo los he encontrado igual que siempre, supongo que porque con la perspectiva de un adolescente ellos ya eran “adultos carcas” hace 20 años. El encuentro con Pío Ventura fue muy emotivo, me abrazó con fuerza, me cogió por los hombros y tuve la sensación de que me zarandeaba con la fuerza de su cuerpo enorme, mostrando una alegría tan intensa como el resto de sus registros. Nos pusimos al día y en el siguiente encuentro, me buscó , me entregó su tarjeta y me pidió que pasara un día por su despacho (sonreí al comprobar que diferente sonaba eso ahora), para hablar de profesional a profesional. Me sentí mayor de golpe, agradecida por su interés y orgullosa de su orgullo.

Hablé también un buen rato con Nico. Nicolás Denia era el profe de lengua, ahora director pedagógico. Estábamos todas enamoradas de él. Era el contrapunto a la rigidez de Ventura, liberal, condescendiente, “progre”. A él le debo la pasión por la lectura y la escritura. Me pasaba libros contra los que me prevenía “eres demasiado joven para este, pero creo que lo vas entender y te va a gustar”.
Estos días he leído en el anuario sus palabras sobre esos encuentros con exalumnos: “Hay algunas personas a los que su profesión convierte en privilegiados. Me encuentro entre ellos. Es posible que se tarde un poco en descubrirlo, pero acaba siendo una evidencia. En estos 25 años he ido descubriendo como disfrutar de mis alumnos y con mis alumnos. He aprendido de todos ellos algunas verdades esenciales en mi vida y creo que les estaré eternamente agradecido….Desde el primer encuentro con las promociones más veteranas, descubrimos algunos de los aspectos más maravillosos de esta profesión…Algunos tímidos e introvertidos se habían convertido en adultos encantadores y responsables profesionales que evocaban facetas y detalles que teníamos olvidados…Otros traviesos y no muy aplicados a los que recordábamos por sus conductas pícaras, a veces irreverentes, nos sorprendían convertidos en hombres y mujeres maduras, emprendedoras y responsables. Cada encuentro nos ha significado a todo el colectivo [de profesores] una importante dosis de entusiasmo que resulta fundamental para continuar realizando con compromiso nuestra profesión”.

El viernes fui de nuevo a la escuela, pero esta vez con el ánimo sacudido por la noticia de que Pío Ventura había muerto. Se estrelló hace unos días con una avioneta mientras participaba en un rally aéreo. Tenía 55 años y la energía y el espíritu de esas personas que parecen inmortales, casi divinas. Aún estoy asimilándolo, no es (sólo) tristeza, es desconcierto.
La escuela estaba en silencio, como un buque fantasma al que le han arrebatado el alma.
Con los que hablé me transmitieron la sensación de que, como antaño, como siempre, daba la sensación de que Pío podía aparecer al girar cualquier esquina, para darte un abrazo o para llevarte por las orejas hasta su despacho.

Murió haciendo lo que le gustaba, saboreando la vida. Alguien me dijo el viernes que Pío no podía envejecer, que él jamás pudo imaginárselo mayor, tranquilo y sereno.
Todos entendemos racionalmente la muerte, pero la razón no alcanza a explicar a dónde se va tanta energía y tanta pasión cuando alguien fallece. Al menos yo no consigo entenderlo.

Esto no es un post (no responde al formato ni a la intención). Es un humilde y emocionado tributo al hombre que hizo de su proyecto, el motor de su vida y que contagió a todos los que le rodearon el entusiasmo y compromiso necesarios para convertirlo en una realidad.

Los que estamos acostumbrados a navegar ya sea en barco, en avión o incluso con la imaginación, apreciamos el placer del viaje. Este año etamos celebrando el 25 aniversario del inicio del proyecto Monlau. Está siendo una navegación que reúne todos los alicientes de los grandes viajes y, como no, algunos de sus sinsabores. No obstante, si estuviera en nuestras manos el volver a empezar, firmaríamos hacerlo en las mismas condiciones, lo que es una muestra clara de nuestro elevado grado de satisfacción." Pío Ventura.

Buen viaje director.

miércoles, 2 de julio de 2008

Los programadores de verdad no necesitan dormir

...Es una de las frases geniales con las que Rodolfo nos comenta el libro "Death March" de Ed Yourdon, y nos invita a identificar (igual que lo hacemos con los caminos críticos u otros elementos esenciales para controlar un proyecto) y a prevenir las “marchas de la muerte” en las que se convierten algunos proyectos.

Hace días que leí su post y me he descubierto a mi misma varias veces pensando en su texto y rememorando situaciones parecidas a las que él describe.

Creo que todos los que nos hemos participado en proyectos de ingeniería de software podemos identificar situaciones donde: “la gente muchas veces se siente desprotegida ante el fuego (o mas bien intereses) cruzado o luchas de poder, donde se considera que se debe poner un esfuerzo adicional para contrarrestar los problemas derivados de la falta de planificación, la falta de presupuesto, o la falta de calidad en los procesos”

En algunos casos, reconozco que he favorecido o permitido esas situaciones donde sabes que estás exigiendo a un equipo más de lo razonable, atribuyéndoles una responsabilidad sobre el éxito de un proyecto en el que la mayoría de las variables dependieron de otros.

Una vez, en un equipo negociamos las horas que cada uno necesitaba dormir. Diseñamos un plan desesperado donde uno de los elementos a considerar era la variedad en esa necesidad Fisiológica. Luego, los que dormían más, compensaban de otra forma, menos agresiva para ellos, al resto del equipo. Hubo que echar mano de ideas muy extravaganntes para sacar aquello adelante. Se consiguió y recuerdo aquel proyecto como una experiencia apasionante (sé que ellos también), pero me he recriminado muchas veces utilizar la pasión de un equipo para suplir carencias en otros puntos de la cadena de creación de un proyecto.

Después de aquello siempre he defendido no segmentar tanto la venta, conceptualización, definición, diseño, planificación y ejecución de un proyecto en función de cómo está organizada una empresa. El que vende un proyecto, es el que ha entendido al cliente y es el mejor para darle forma y seguramente el que va a ser capaz de gestionarlo para que el producto o servicio resultante se parezca lo más posible a lo que el cliente esperaba. 

Está claro que necesitamos especialistas en diferentes disciplinas en cada una de las fases, pero para mi, el director del proyecto es alguien que ha de estar de principio a fin, asumiendo la venta y responsabilizándose de la producción. Lo contrario genera brechas peligrosas, segmentación de responsabilidades y conflictos de intereses (si al comercial le premian el volumen de ventas y al jefe de proyectos la rentabilidad, estamos condenamos a enfrentarnos y a sufrir).

Luego, los equipos están para sacar el trabajo adelante, y la mayoría de veces con entusiasmo y compromiso. Pero la “mentalidad de soldados de la marina” sirve para excepciones, no como regla. Planificar proyectos asumiendo estas dinámicas además de ineficaz es irrespetuoso.

Rodolfo apunta dos buenas prácticas para erradicar las "marchas de la muerte": Proyectos basados en prototipos donde el esfuerzo se concentre en aquello realmente esencial y rápido que aporte valor añadido y usar metodologías ágiles al servicio del proyecto y no al revés.